En el inicio del 2021, y bajo una pandemia mundial que parece no dar tregua, la Selección Argentina de natación logró el campeonato sudamericano, con un equipo que estuvo lejos del agua durante meses del 2020 por el confinamiento.
Los números hablan por sí solos y en las estadísticas se puede ver una supremacía de Brasil por 55 años en el sur de América. Por eso este triunfo no solo es simbólico, sino épico en el contexto en que se da.
En tiempos de posiciones encontradas, idolatrando y demonizando al deporte, en épocas en donde el exitismo saca de eje a la lógica del deporte, que busca poner el foco en el proceso y en la superación, ya que son pocos los lugares en el podio, este triunfo por equipos muestra que este deporte no es «individual», o lo es solo en algunos momentos.
Las tablas con cada punto sumado por nadadores y nadadoras es impactante. Cada suma es obtenida por estar entre los primeros ocho, no solo por quienes suben al podio. Y muestra además un puntaje superior obtenido por las mujeres del equipo que ponen delante la bandera protagónica, en un mundo que se sigue transformando y que por suerte realiza intentos de avances sobre la igualdad y equidad.
Como todo en el deporte, no es un resultado de la casualidad, sino de planificación a largo plazo, capacitación, asesoramiento, trabajo, disciplina y capacidad. Estas son algunas de las muchas cosas que hacen falta para obtener victorias, pero, antes que ellas, para construir un equipo que las logre.
Acompaña el crecimiento la creación de la «Asociación Federal de Entrenadores de Natación» (AFEN) que generó mucho más trabajo en conjunto por parte de entrenadores y entrenadores.
La C.A.D.D.A Confederacion Argentina de Deportes Acuáticos viene realizando hace años un proceso que sigue creciendo bajo la conducción de Fernando Terrili , junto a los y las dirigentes que lo acompañan, y la calificación creciente de un equipo técnico liderado por Gustavo Roldán, que con el esfuerzo y dedicación de cada nadador y nadadora, junto al acompañamiento de sus familias, nos han demostrado que se puede, y sobre todo que «nadie se salva solo», por tanto, nadie triunfa ni solo ni sola.