Se cumplen 43 años de un hecho histórico para el rock argentino: el 5 de septiembre de 1975, Sui Géneris ofrecía su primer Luna Park y comenzaba a despedirse de los escenarios para que diera inicio la leyenda.
Serían dos noches consecutivas frente a una multitud (30 mil personas, algo inédito para el rock en aquel momento), que posteriormente quedarían grabadas en audio y video bajo el nombre Adiós Sui Generis, el testimonio del momento en que aquella música para jóvenes tenía destino de masividad en nuestro país.
La del grupo formado por Charly García y Nito Mestre fue una carrera breve en sentido estrictamente temporal –de 1972 a 1975–, pero durante esos tres años vivió muchas transformaciones y experimentó en carne propia la forma en que los cambios afectan tanto a sus protagonistas como a sus seguidores.
Charly y Nito se conocieron en la secundaria, mientras cursaban en el Instituto Social Militar Dr. Dámaso Centeno.
Ambos tenían agrupaciones por su cuenta, con las que actuaban en diferentes conciertos en colegios, hasta que decidieron formar Sui Géneris, inspirados en cantautores acústicos como James Taylor y Bob Dylan.
Hasta la edición de Vida, su disco debut, el grupo tuvo diversas formaciones que orientaban su sonido de acuerdo a sus integrantes.
Al momento de la grabación de su ópera prima, promovida por “Pierre” Bayona y Jorge Álvarez (del sello Mandioca),
Sui Géneris era un dúo acústico con un estilo extraño para el entonces incipiente rock nacional, dominado por las guitarras eléctricas más inclinadas al blues rock, muy en boga entonces. Eso hizo que algunos ortodoxos los tildaran de “blandos”.
“Eso de ‘blando’ era un prejuicio estúpido. En esa época estaban James Taylor y Elton John y decir que eso era blando… no sé. Yo tenía esa información. James Taylor no era blando: un drogadicto que hace canciones melódicas no es blando. O Elton John. En cuanto lo escuché me dije: ah, entonces puedo tocar el piano yo también”, recordaba Charly García en No digas nada, su biografía escrita por el periodista Sergio Marchi.
“Yo, hasta entonces, para tocar rock usaba la guitarra eléctrica y ahí vi que en el piano también se puede hacer rock. Uno puede tocar con 10 Marshall y ser un blando, o tocar con una guitarra acústica y ser re-duro”.
En rigor de verdad, no era sólo el sonido de Sui Géneris el que generaba discordia en el núcleo duro del rock. Gracias a canciones como Dime quién me lo robó, Amigo, vuelve a casa pronto y, fundamentalmente, Canción para mi muerte, hoy piezas clásicas, sencillas sólo en la superficie, muchas personas se acercaron al rock por primera vez y eso hacía crecer de forma exponencial al público.
Como ocurre con cualquier expresión cultural que comienza a masificarse, los primeros entusiastas del movimiento empezaron a ver que la cosa se desvirtuaba. Y eso no les agradó.
Un momento histórico
El timbre agudo y afinadísimo de Mestre junto con el virtuosismo de García, apenas insinuado en Vida, eran sólo la punta del iceberg: Confesiones de invierno, su segundo trabajo publicado en 1973, ya mostraba una madurez compositiva y un sonido renovado, con músicos invitados como David Lebón, León Gieco y Rodolfo Mederos.
Rasguña las piedras, Aprendizaje, Bienvenidos al tren o la increíble apertura, Cuando ya me empiece a quedar solo, eran canciones superiores tanto en su estructura como en sus letras.
Ya definido como un cuarteto, con Rinaldo Rafanelli (bajo) y Juan Rodríguez (batería), Sui Géneris edita a fines de 1974 Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, su tercer LP, el disco más politizado del grupo, con una fuerte crítica a la sociedad de entonces, aunque sin caer en lo panfletario (Juan represión y Botas locas fueron censuradas en su primera edición).
Musicalmente, la banda ya presentaba influencias claras del rock progresivo, una seña de lo que haría García posteriormente y que provocaría algunas diferencias entre los miembros de Sui Generis.
“El grupo salió del colegio, era para divertirse. Era re idealista. Cuando se perdió ese feeling, uno crece y se da cuenta de un montón de cosas y quiere cambiar.
Ya lo siento como algo que no es mío”, reconocía García en 1985, una década después de la disolución de Sui Géneris, en una entrevista realizada por Víctor Pintos y Carlos Polimeni.
Aunque al comienzo de esa charla Charly se mostró reticente a hablar de Sui Géneris (“Es algo que ya no está en mí”, “Sui Géneris hablaba de lo que pasaba en ese momento”), con el correr de los minutos su visión cambia y repasa aspectos clave de esa agrupación que con sólo tres discos de estudio (sin contar Sinfonías para adolescentes, el álbum editado en 2000 cuando se reunieron) cambió el rock local de forma radical.
“Tocar en el Luna Park fue un hecho que yo provoqué. Dije ‘vamos a juntar todo el mundo ya y que se acabe’. Le dije a Nito que estaba aburrido, que quería hacer otra cosa, pero que antes hiciéramos una fiesta, algo grosso”, dice Charly sobre la génesis de aquellos históricos conciertos, de los que hoy se cumplen cuatro décadas.
“Me parece una fecha que fue y sigue siendo importante para el rock nacional, porque marca un antes y un después”, reflexionaba días atrás el propio Nito Mestre, en diálogo con el periodista cordobés Néstor Pousa para el sitio Informe Urbano.
“A partir de ahí el rock empezó a convertirse en algo masivo, con la característica que mucha gente empezó a escuchar rock en castellano después de ese evento, entre otras muchas cosas”.