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Se proponen eliminar miles de castores en la Patagonia

Castores en la PatagoniaTodo comenzó en 1946, en una Patagonia abierta a lo insólito. En la ciudad de Bariloche, Ronald Richter, un austríaco que se hacía pasar por científico, embaucaba a Juan Perón, de quien conseguiría mucho dinero para llevar adelante un proyecto de investigaciones atómicas que era pura fantasía. Más al sur, en Tierra del Fuego, otro delirio se ponía en marcha, aunque se tardó años en descubrir lo inverosímil.

Casi con desidia, la Armada liberó hace 70 años en una pequeña isla austral a 20 castores. Los militares quisieron darle impulso a la industria de las pieles. Desde ese momento a la fecha, los roedores hicieron algo más que construir un hábitat y expandirse. La especie se multiplicó exponencialmente y sus dientes taladraron una superficie arbórea que duplica a la ciudad de Buenos Aires.

“En este lugar parece que alguien hubiera puesto una bomba: hay árboles que murieron de pie, hay árboles de los que solo queda un tronco mutilado que llega a la rodilla y hay árboles ahogados en el agua quieta”, dijo el diario Clarín sobre una acción castora que ha dejado sus marcas en puentes y pistas de esquí. Se los ve en las carreteras, y como en una película cuyo guión le habría gustado escribir a Stephen King, avanzan peligrosamente hacia el norte. También cruzaron hasta la chilena Punta Arenas. En los últimos años, los expertos creyeron que podían controlarlos. El intento ha fracasado. “Por primera vez, van a entrenar a un equipo para terminar para siempre con ellos”.

Según el biólogo Adrián Schiavini, al frente de la Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras, el descontrol tiene números impactantes: los 20 castores de 1946 son en la actualidad más de 100.000. Por eso, se los ha calificado de “especie exótica invasora”.

ESCENA BUCÓLICA O CONMOVEDORA

El castor es pertinaz: roe el árbol hasta que lo derriba, luego lo troza y lo usa para alimentarse y para construir su madriguera. La escena puede ser bucólica o conmovedora. Una imagen de cómo opera la naturaleza y la supervivencia animal. Pero los problemas vienen cuando esa situación se reproduce al infinito. Además, el castor, después de cortar el árbol, en muchos casos de una edad inmemorial, lo troza y arma diques que cortan el flujo del agua. “Lo que era un arroyo de montaña se convierte en una serie de embalses de agua quieta y muchos seres vivos que vivían ahí dejan de poder moverse”, explicó Schiavini. A estas alturas, el 95% de las cuencas de la provincia ya fueron colonizadas. Los arroyos, desbordados.

En Canadá, los árboles vuelven a crecer después del paso del castor. En Tierra del Fuego, a unos 3.000 kilómetros de distancia de la capital argentina, la lenga, una variedad autóctona de este país, de troncos delgados, grises y estáticos, no vuelve a brotar.

RESULTADOS EN 10 O 15 AÑOS

El Ministerio de Ambiente y la provincia de Tierra del Fuego se proponen ahora erradicarlos. Para ello, se entrenarán a personas acostumbradas a las bajas temperaturas. “Hasta que no quede ninguno”, dijo ‘Clarín’. Chile hará lo mismo. El plan cuenta con la ayuda de la FAO. Pero los resultados no serán inmediatos. Recién se verán en “10 o 15 años”, de acuerdo con Schiavini. “Si este bosque vuelve a ser lo que era, yo no lo voy a ver: para eso faltarán otros 70, 80 años”.

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