Con un par de meses y ganas de disfrutar de la danza, Nadia Rilo asegura que «cualquier persona puede sentir la mejoría que la danza del vientre aporta a su cuerpo».
«Hay que tener un poco de paciencia», advierte Nadia Rilo, que imparte clases de esa disciplina en el centro sociocultural de O Castiñeiriño y en Espazo Vital, en la rúa Montero Ríos.
«Se trata de un ejercicio sano y apto para todas las condiciones físicas y para todas las edades».
Aunque es una danza sensual y muy femenina, asegura que también los hombres pueden sacar beneficios de esta actividad.
«Ahora mismo, solo tengo mujeres. Pero es una pena», apunta. Nadia asume la primera impresión de la mayoría, pero anima a superar los reparos: «Parece imposible mover así la cadera.
Yo también, cuando empecé, descubrí músculos que no sabía que existían. Están ahí, solo hay que ejercitarlos», sonríe.
Esta profesora de danza es natural de Argentina. «Hace 17 años vinimos toda la familia a Galicia.
Fue por el corralito. Mi abuela era de Betanzos. Ahora tengo 34 años, por lo que llevo tanto tiempo en Galicia como en Argentina.
Me siento gallega, aunque conservo un poco el acento», indica. Hace 12 años se apuntó a clases de danza del vientre con Martha Franco, y desde entonces sigue formándose.
«No solo con Martha, también con Silvina Giménez, profesora en A Coruña. Me gusta aprender nuevos pasos, porque la danza oriental es muy rica».
Rilo insiste en que, más allá de la connotación sensual, la danza del vientre debiera ser asumida como una práctica que contribuye a mejorar la salud corporal.
«No solo tonificas el suelo pélvico y abdominal, sino que permite corregir posturas y alivia los dolores de espalda», explica Nadia.
Destaca que las mujeres que sufren dolores menstruales y las que acaban de ser madres encontrarán en la danza del vientre un aliado. «Al ejercitar la zona, alivias los dolores, y la recuperación posparto es mejor.
Cualquier momento es bueno para empezar». Una de las ventajas de esta disciplina frente a otras más explosivas es que los ejercicios «son suaves y relajados.
El impacto es menor, y en tiempos de covid es una ventaja». Eso sí, la mascarilla y la distancia de seguridad no faltan en sus clases.
También durante el confinamiento, Nadia Rilo mantuvo el contacto con sus alumnas. «Hice vídeos y se los pasaba para que siguieran activas en casa», porque la danza del vientre permite «soltar el estrés y la ansiedad que generó estar encerrados».
Ahora que ya pueden verse, apostilla, «las clases vuelven a ser un refugio para sentirnos bien».