Máxima Empanadas, el restaurante de un argentino en Holanda que invita a la Reina.
Máxima, si está leyendo, queremos invitarla a nuestro local de empanadas que lleva su nombre», lanza Kevin Halporn a LA NACION, quien hace de puente entre la Reina de Holanda y este argentino de 27 años que hace medio año abrió su emprendimiento gastronómico en Haarlem, una ciudad a media hora de Amsterdam. Y va por más: «Nos gustaría ser proveedores del catering de la realeza», dice con una seguridad arrolladora.
Antes de formular esta ambiciosa invitación, hace cinco años, Kevin se fue de Buenos Aires a Amsterdam para estudiar orquesta y arreglo en jazz en el Conservatorio de la ciudad. Allí conoció a Myrte Prins, una artista oriunda de Haarlem, quien hoy es su socia en el amor y en los negocios. Cada uno aporta su impronta: ella se encarga de la estética y el display del local; él se ocupa de que el negocio funcione y ambos ponen manos a la obra: «Tengo moretones en las manos de tanto amasar», cuenta Halporn.
Un tiempo más atrás, a los 12 años, el joven originario de Tigre importó un container con productos de seguridad para las casas y recorrió todos los barrios del norte de la provincia de Buenos Aires en búsqueda de clientes. Ese espíritu emprendedor lo acompañó durante toda su vida, al igual que las empanadas de su abuela en su casa de Belgrano, donde solía dormir los fines de semana. De ahí mamó el amor por la cocina: «Mi casa y la de mi familia siempre fue la sede de los asados, de las buenas pizzas, de las buenas empanadas», enumera.
¿Y si nos ponemos a hacer empanadas?
Mientras cada uno trabajaba part time en lo suyo, empezaron a darle vueltas a la idea de hacer algo juntos. Uno de sus viajes a Buenos Aires fue el catalizador. Con las recetas de la bisabuela de Kevin en mano, la pareja se encerró en la cocina a crear. La semilla ya estaba instalada y bastaron pocas palabras para confirmar lo que harían una vez que volvieran de las vacaciones. Máxima, el nombre, fue una decisión estratégica. Pero además de usar los colores insignia de la bandera, buscaban una asociación directa entre la Argentina y Holanda.
«Cuando volvimos, nos encerramos día y noche a amasar para llevar nuestra primera partida de 150 empanadas al Grote Markt, uno de los mercados de comida al aire libre más importantes de Holanda -dice Halporn-. A las dos horas se acabaron». Ofrecen, a razón de 2,75 euros (unos $90), empanadas al horno de carne, de pollo, de choclo, de jamón y queso, de caprese, de queso y cebolla y a partir de la próxima semana una vegana de batata, cebollas caramelizadas, una salsa picante con perejil y chili y pimentón ahumado, para satisfacer la demanda del público holandés, que está cada vez más consciente de lo que consume. «La gente acá está muy preocupada por el medio ambiente y hasta miran el tipo de packaging que usás», afirma Halporn.
Al ver que cada sábado vendían todo en el puesto que montaron en el mercado, abrieron un local en el centro y, poco tiempo después, no daban abasto y tuvieron que agrandarse: la hermana de Myrte y un amigo argentino de Kevin se sumaron al proyecto. La expansión no solo vino de la mano del personal. Hace algunos meses, comenzaron a diversificar la oferta de productos. En Empanadas Máxima podés sentarte a disfrutar unas empanadas con un vino argentino, comprar conservas, telas intervenidas con arte y hasta canastos de bambú. «Queremos crear una experiencia que surge de las empanadas pero que se expande a otros lugares además de la cocina», dice su fundador.
«Hacemos empanadas para los holandeses»
Si bien durante el Mundial Máxima fue sede de reunión de los argentinos esparcidos por Holanda para ver el partido y los reciben con los brazos abiertos, la idea es «educar» el paladar de los holandeses. «Siempre viene gente tratando de hablar en español porque vivió un par de años en Buenos Aires o porque fue como turista a Latinoamérica y tiene buenos recuerdos -relata-. Me interesa mucho conectar con los recuerdos de la gente y que prueben nuestras empanadas para que los conecte con algún lugar de la Argentina».
En este sentido el mercado, al que siguen yendo todos los sábados, es el lugar indicado para comunicar las bondades de esta comida que está en el podio de los símbolos gastronómicos de nuestro país. «Es un muy buen lugar para comunicar nuestra cultura. Por ejemplo, llevamos chimichurri y explicamos que nos gusta esta salsa, que nos gustan las empanadas y que se comen de cierta manera», dice.
A pulmón
Para llevar a cabo el proyecto, no recibieron inversiones externas ni pidieron un préstamo. «Vivimos con lo mínimo y reinvertimos todo porque creemos tanto en este emprendimiento que queremos verlo crecer lo más rápido posible -dice-. Lo que se gana se reinvierte en la empresa».
Cerca del final de la conversación, sobreviene una pregunta obvia pero no por eso menos importante: ¿cuáles son los planes a futuro? «Lo que estamos haciendo ahora es una prueba de concepto que está funcionando muy bien porque abrimos hace medio año y tenemos éxito. Estamos interesados en tener franquicias cada 5 años y expandirnos a otros productos», responde Halporn.
Por: Stephanie Chernov
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