Maru Botana, una de las pasteleras más influyentes de Argentina, con 7 locales y un millón y medio de seguidores, abre un local en Barcelona.
Todxs podemos imaginar lo que hace que una pastelería se vuelva conocida. La calidad de sus pasteles, lo instagrameables que sean sus acabados o el talento para bordar un producto en concreto que alcance a provocar colas kilométricas.
Pero, ¿cuál es el secreto para que una pastelera supere a su pastelería y se convierta en una estrella de instagram con más de un millón y medio de seguidores?
«La cercanía, nuestros pasteles son cercanos». Maru Botana, mirada fuerte, brazos fibrados, pelo rubio, toda intensidad, define con un adjetivo poco propio de la pastelería las tortas que produce, y que la han llevado a ser una auténtica empresaria estrella en Argentina, con media docena de locales en el país, un millón y medio se seguidores y varios programas propios en televisión y, ahora, un desembarco en Barcelona con una pastelería (C/ de Roger de Llúria, 114) que espera ser la pista de despegue de Maru, que busca volar con sus pasteles por toda Europa.
Un paraíso de dulce de leche
Hagan la prueba. Pregúntenle a un argentino que conozcan (no es difícil en Barcelona) si conoce a Maru Botana, y vean la sonrisa de cariño que se les dibuja al pensar en ella. La llegada de esta pastelería a Barcelona es tan natural en una ciudad que tiene la mayor comunidad de argentinos fuera de Argentina. Normal que se sintiera querida en una primera visita (o viera muy claro los beneficios de vender comida argentina aquí), y decidiera probar suerte.
El barco de la suerte lo comanda su Tarta Rogel, uno de sus pasteles estrellas, un mástil de muchas capas de masa quebradiza alternadas con dulce de leche, que se corona con un tupé gigante de merengue. Una bomba que hasta ella reconoce que se hace difícil para los españoles (menos acostumbrador a lo dulce) al empezar, pero que sirve de tarjeta de presentación de una pastelera cuyos pasteles generosos, coloridos, abundantes y dulces como a los argentinos les gustan los pasteles.
«Queremos recuperar la merienda», explican. La costumbre argentina de sentarse con un café y un mate a tomar unos dulces y charlar sin más objetivo que el de charlar se perdió en Barcelona, que una vez acostumbró a dedicar las tardes a pasear con un chocolate entre las manos. Los cafés de especialidad que sirven aquí junto a pasteles como el sablé de akmendras, el cheesecake vasco y, por supuesto, alfajores y facturas, buscan recuperar esa tradición o facilitársela a los argentinos expatriados.
Cocina dulce… y salada
La idea de la nueva pastelería de Maru es abrir todo el día, y como no solo de dulce se vive, el proyecto cuenta con Soledad Nardelli, una chef argentina afincada en Barcelona desde hace muchos años, que ha configurado una carta salada con quiches, ensaladas y obviamente platos argentinos como la milanesa o una cola de cuadril.
Al final, la idea es que los miles de argentinos barceloneses tengan una suerte de embajada paralela siempre dispuesta a acogerlos con un pastel y una taza de café (mate aún no tienen, pero ya llegará), y sentirse por un ratito en una casa argentina, la casa de Maru, de la misma manera que la pastelera cercana ha entrado con sus programas de televisión en las casas de los argentinos que la miraban.