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Mafalda a 53 años del inicio

mafalda

La Historia de Mafalda, es el personaje más simpatico de Quino, y el 29 de Setiembre de 1964 apareció por primera vez una tira de Mafalda.

Su autor, Joaquín Salvador Lavado, Quino, no sospechaba entonces que las reflexiones puestas en boca de este personaje serían traducidas a 26 idiomas (desde el japonés, italiano y portugués, hasta el griego, francés y holandés), y que sus libros venderían, sólo en Argentina, 20 millones de ejemplares.

Pasaron más de 30 años desde aquella historieta inicial y más de 20 desde que Quino la dibujó por última vez.

Sin embargo, sigue tan vigente como entonces.

Los diez únicos libros de la serie continúan reimprimiéndose una y otra vez en todo el mundo.

La primera aparición pública de Mafalda tuvo lugar hace 53 años, el 29 de setiembre de 1964, en la revista «Primera Plana».

En su caso, la partera no dijo macho: el flamante personaje que con los años se transformaría en un estandarte de lucha por la igualdad social -en tiempos en que la liberación femenina aún estaba en pañales-, llevaba sus polleras bien puestas.

«¿Por qué mujer? No lo sé.

Al principio uno no se detiene a pensar en esas cosas?», dice hoy Joaquín Lavado, Quino, el creador de Mafalda.

El dibujante tampoco se había puesto a pensar, tres décadas atrás, que las ideas de esta niña tan ingeniosa como irreverente, tan reflexiva como contestataria, iban a recorrer el mundo.

No sospechó que un día el escritor Julio Cortázar llegaría a decir: «No tiene importancia lo que yo pienso de Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí».

Mucho menos que aunque la URSS haya desaparecido, lo mismo que Los Beatles y la guerra de Vietnam, el mensaje de Mafalda seguiría manteniendo la misma dosis de genialidad y, sobre todo, de actualidad.

Quino jamás imaginó que ese ser diminuto y genial, con una inteligencia y sagacidad inmune a los razonamientos adultos y apenas rodeada de un apropiado universo infantil, elevaría la historieta a la categoría de «cuentos morales».

Con una exacta dosis de simpleza y profundidad, Mafalda se convirtió en el personaje de historieta que más significa hoy para los argentinos.

Para Quino -dueño de una genuina modestia-, todo empezó por casualidad y sin que él se propusiera ninguna grandeza: «En realidad Mafalda iba a ser una historieta para promocionar una nueva línea de electrodomésticos llamada Mansfield.

La agencia Agnes Publicidad le encargó el trabajo a Miguel Brascó, pero como él tenía otros compromisos, me lo pasó a mí. Esto fue en 1963.

Pero la campaña nunca se hizo y las ocho tiras que dibujé quedaron guardadas en un cajón.

Hasta que al año siguiente Julián Delgado, secretario de redacción de «Primera Plana», me pidió una historieta.

Entonces rescaté esas tiras y bueno, ahí empezó todo.»

Esta anécdota, que Quino contó muchas veces, tiene algunos detalles poco conocidos.

Por ejemplo, el nombre del empleado de la agencia que le encargó la tira: el actor Norman Briski.

«En aquel momento ese nombre me quedó grabado -recuerda hoy Brascó-, porque era una mezcla de mi apellido con el del dibujante Oski.

Cuando me llamó, esta coincidencia me resultó graciosa y fui a la agencia a ver de qué se trataba.

Querían una familia con padre, madre y dos hijos: un típico contexto para que aparecieran los productos.

Lo que necesitaban no tenía nada que ver con lo que yo normalmente hacía, así que le derivé el trabajo a Quino, que en ese momento trabajaba conmigo».

En cuanto al exótico nombre de Mafalda, el nombre surgió de la versión cinematográfica de la novela «Dar la cara», de David Viñas.

En una escena de esa película aparece un bebé dentro de un moisés que se llama así, y Quino adoptó el nombre.

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