El siguiente es un escrito que escribió Ignacio de los Reyes al irse de nuestro país, luego de tres años de desempeñarse como corresponsal en Buenos Aires de la BBC Mundo.
Después de casi tres años en Argentina, este corresponsal regresa a Europa. Gracias a las canciones de Joaquín Sabina sabía lo que era La Doce, dónde quedaba San Telmo y qué era un colectivo, pero cuando llegué a Buenos Aires un 21 de abril de 2013 conocía poco sobre este país, que aún estoy intentando descifrar.
Lo que sigue no es más que un compendio muy subjetivo (y algo nostálgico) sobre algunas cosas que puede aprender un periodista extranjero de Argentina. Del trabajo y de la vida. De los paseos por la Avenida Corrientes, de los piquetes en la 9 de Julio, de las caminatas por la Patagonia, de los calores de Misiones y de los coyas de Salta:
1. El tango es patrimonio nacional, pero la verdadera música que reina en la calle argentina es la cumbia.
2. El mundo se divide entre Boca y River, entre Charly y Gustavo, entre Macri y Cristina, entre el interior y la capital, entre los que dicen «publicidad» y los que dicen «propaganda», entre el periodista Jorge Lanata y el programa kirchnerista 6,7,8, entre las rochas y las chetas, entre las divas televisivas Mirtha Legrand y Susana Giménez.
3. En Argentina, el fin del mundo siempre parece a la vuelta de la esquina, pero rara vez suele llegar. Tan acostumbrados están los argentinos a vivir al borde del precipicio que han inventado un arte, el del «atado con alambre», que ha vuelto a este país creativo e ingenioso, sobreviviente y con una capacidad infinita de adaptarse a la montaña rusa que es este fascinante lugar.
4. La vida es vertiginosa y el ritmo político de Argentina, más. Lo que hoy es seguro puede cambiar radicalmente al día siguiente. Y esa es una lección que aprendió a golpes este periodista, que se equivocó muchas veces y al que le costó entender que muchas cosas no son lo que parecen y que muchas otras necesitan buena dosis de perspectiva y contexto. El político que parece un líder indiscutible en enero puede no ser nadie el diciembre. Y viceversa. El equipo que arranca con dudas un Mundial de fútbol puede llegar a la final del campeonato. El «default técnico» que muchos temían en julio de 2014 no trajo el apocalipsis al país. Y cuando pensabas que jamás podría gustarte el mate o el fernet, sucumbiste. Todo cambia.
5. El choripán no es un pan con chorizo. Es un ícono pop y un símbolo político. Más allá de eso, en Argentina siempre hay que darle un aplauso al asador.
6. Y el tema del dólar «es complicado». Pero el del Peronismo, aún más. Unos días los argentinos creen que este es un «país de mierda», que en algún momento de su historia se frustró su destino de potencia mundial o que no hay manera de ser «normal», pero a mí me gustan más cuando desafían al resto del mundo: «Decime qué se siente».
7. El argentino es humilde, amable y familiar, reparte abrazos y dice te quiero a menudo. Se interesa por saber más de quien viene de fuera. Son mujeres y hombres para los que el asado del domingo es sagrado, que golpean cacerolas para protestar y para celebrar, que han hecho un arte de la costumbre de hacer fila y esperar, para los que la amistad está por encima de todo. No importa que en realidad seas manchego y que nunca en tu vida hayas pisado Galicia. Si eres español, el argentino te llamará «gallego».
8. Ah, la «interna». Una de esas palabras que todo periodista extranjero debe aprender para entender que detrás de cada historia hay un conflicto, una rivalidad, una tensión, a menudo entre grupos que buscan fines similares. La interna peronista, la interna del sindicato, la interna de la asociación de víctimas… El reflejo de una sociedad que ama el debate y la discusión y una trampa para el que crea que en este país todo es como parece.
9. Cuando tienes una duda no pides que te la aclaren, preguntas «si puedes hacer una consulta».
10. Llegas a Argentina y te causan gracias los chamuyos (el arte nacional del piropo), pero detestas el drama y el histeriqueo (ahora me gustas y después no, ahora que me buscas ya no te quiero). Ahora te cansa el chamuyo, pero te has convertido en un dramático histérico y vivirás con esa divertida maldición por el resto de tu vida.
11. Besos. Besos por todos lados.
12. Los argentinos no responden al estereotipo de seres arrogantes ni se creen superiores.
Los argentinos tienen las cataratas de Iguazú y el glaciar Perito Moreno, los cerros del Norte y los picos de la Patagonia, los vinos de Mendoza y las ballenas del sur. Los argentinos tienen el dulce de leche, la carne, la mano de Maradona, a Ricardo Darín y a Las Leonas, la noche de Palermo, Relatos Salvajes, Esperando la Carroza y las páginas de Borges. El argentino no es arrogante, es sólo que es consciente (y perdón por el porteñismo que estoy a punto de soltar) de que vive, sin lugar a dudas, en uno de los mejores lugares del mundo.