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El río Paraná con una sequía histórica

El río Paraná con una sequía histórica

La falta de precipitaciones en Brasil y Uruguay han provocado que el río Paraná, el segundo más largo de América del Sur, se sequé hasta unos niveles no vistos desde 1944. Las proyecciones indican que la situación podría prolongarse hasta 2022, por lo que las autoridades piden ahorrar agua y reducir las actividades que puedan iniciar incendios.

De acuerdo con el Instituto Nacional del Agua (INA) de Argentina y con datos actualizados este miércoles, solo en la localidad de Victoria el río se encuentra por encima del metro con respecto al cero hidrométrico. En el resto del país, la norma es que esa cifra no sobrepase los 50 centímetros, llegando en muchos lugares a situarse en cero o, incluso, a estar por debajo de él.

Precisamente ese es el caso del río a la altura de la ciudad de Paraná donde el nivel se encuentra 31 centímetros por debajo del cero hidrométrico. Una situación similar vive en el río Pavón, uno de los brazos del Paraná, donde el nivel está por debajo de los 70 centímetros.

Desde la Casa Rosada vinculan la inusual situación al déficit de precipitaciones en las cuencas brasileñas del río Paraná y del río Iguazú que riegan a Argentina. En Brasil, por ejemplo, las agencias gubernamentales afirman que están viviendo la peor sequía desde hace casi un siglo.

“Los bajos niveles de agua se notan alrededor de varios lagos en la cuenca del río Paraná, hogar de varias represas y embalses hidroeléctricos que ayudan a alimentar la región. Siete de los 14 principales embalses cercanos se encontraban en sus niveles más bajos desde 1999 “, informaba el observatorio de la NASA en junio, cuando esta situación no hacía más que comenzar.

En ese mismo instante, advertía que los niveles de agua en el río Paraná se situaban alrededor de 8,5 metros por debajo de la media cerca de la frontera con Paraguay, “lo que podría interrumpir el tráfico de buques de carga por el río y, sobre todo, el flujo del agua hacia el sur del continente”.

Ante esta situación, el comité de crisis permanente argentino, que se conformó para monitorear la bajante histórica del Río Paraná, decidió abrir un Fondo de Emergencia Hídrica de 10,4 millones de dólares destinado para la asistencia de las provincias y localidades afectadas.

Del mismo modo, implementó el monitoreo permanente de las cianobacterias, debido a que su aumento está directamente relacionado con la bajante y el trabajo articulado con todas las empresas de obtención y distribución de agua corriente para garantizar su potabilidad.

“La bajante actual del Paraná es la más importante que está ocurriendo en nuestro país en los últimos 77 años. El déficit de precipitaciones en las cuencas brasileñas del río Paraná y del río Iguazú, y la sequía son factores determinantes. Desde 2019 las precipitaciones en la cuenca han estado por debajo de las medias mensuales de los últimos 10 años”, afirman desde el gobierno argentino.

La situación no parece que vaya a mejorar para los próximos días e incluso meses. Según las proyecciones climáticas lanzadas por el Ministerio de Obras Públicas, se espera un trimestre con condiciones deficitarias para el litoral argentino, así como para las cuencas del Paraná, Uruguay y Paraguay.

Las proyecciones a largo plazo, basadas en tres escenarios, prevén en el mejor de los casos bajantes pronunciadas que se prolongarán hasta principios de diciembre. En el peor escenario, los expertos creen que esta situación se pueda estancar incluso hasta para el 2022.

Por esto mismo, el Sistema Nacional de Gestión Integral del Riesgo (SINAGIR) recomendó en un comunicado ahorrar agua en el consumo diario y mantener constantes medidas de higiene, es decir, no acumular basura y controlar los insectos y cualquier tipo de plagas.

También pidió no realizar quema de basura, pastizales o cualquier corteza vegetal, para reducir las posibilidades de provocar incendios forestales y almacenar agua de lluvia y utilizarla para regar.

Para Rafael Colombo, miembro de la Asociación Argentina de Abogadas y Abogados Ambientalistas (AAAA), se trata de “un holocausto ambiental donde se evidencian las consecuencias de un modelo económico productivo que profundiza la desertificación los ecosistemas”. Por eso mismo, también señala que se debe restringir en forma urgente cualquier tipo de actividad que agrave la situación de estrés hídrico por la que atraviesa el río Paraná.

A diferencia de las sequías vividas durante el año pasado, todo esto ocurre mientras esta presente una situación neutral de la Oscilación del Sur, por lo que muchos piensan que la situación se está viendo agravada por los estragos del cambio climático.

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