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El Negro Fontanarrosa

El Negro Fontanarrosa

El Negro Fontanarrosa (Roberto Alfredo Fontanarrosa) nació el 26 de noviembre de 1944 en Rosario.

Entre fútbol, amigos, literatura y perspicacia, un libro cuenta el mundo del popular dibujante y escritor Roberto «El negro Fontanarrosa», padre de «Inodoro Pereyra» y de «Boogie, el aceitoso» y consagrado como uno de los cuentistas argentinos más entrañables de todos los tiempos.

«El Negro Fontanarrosa era un tipo parco pero simple, sin divismos y siempre muy solidario con sus colegas», explica a Efe el periodista argentino Horacio Vargas, autor de «El negro Fontanarrosa».

Humorista «querido por todos», según su biógrafo, Fontanarrosa, fallecido en 2007, conquistó los hogares latinoamericanos en las décadas del 70 y 80 con «Boogie, el Aceitoso», una tira de humor negro, acerca del homicidio, el racismo y el machismo.

Si bien el «matón» Boogie traspasó fronteras, fue el gaucho Inodoro Pereyra quien, sin pasaporte, reflejó el carácter argentino y consagró al «negro» como «retratista de su propia cultura».

«Los diálogos del Inodoro eran de humor muy local, con mucha ironía, política y humor negro», relata el periodista, de ahí que sea «muy difícil verlo en países que no fueran Argentina y Uruguay».

«Amigo de muchos» pero «amargo, como diríamos los argentinos», el cuentista sorprendió con su timidez a curiosos que «peregrinaban» a conocerlo al bar «El Cairo», en la ciudad de Rosario, lugar de culto donde se reunía con sus amigos «sistemáticamente» todas las tardes.

«Él era muy cerrado pero tenía una capacidad de observación especial y cada noche en ese bar, registraba pequeñas imágenes que después se convertían en un cuento o en un chiste de Inodoro Pereyra», comenta Vargas.

De Rosario por nacimiento y «por vocación», la ciudad -situada a 300 kilómetros de Buenos Aires- fue también cuna de reconocidas personalidades argentinas, desde el futbolista Lionel Messi hasta al mítico Ernesto «Che» Guevara.

«El libro transmite «rosarinidad» porque el «negro» era eso; si querés saber qué es Rosario, lee a Fontanarrosa», asegura Vargas, que subraya que, a diferencia de muchos artistas que migraron a Buenos Aires, se quedó en su ciudad «y esa es una de sus marcas».

Ocho años después de la muerte del cuentista, que falleció a los 62 años víctima de un paro cardiorrespiratorio, su nombre figura en bibliotecas, escuelas y centros culturales en su ciudad natal, que declarará lugar de interés turístico la esquina donde nació.

El fútbol, otro elemento que marcó su vida y su obra, convirtió al «negro» en uno de «los escritores más populares que tuvo la Argentina».

«Él siempre decía: «yo entré a la literatura con los botines llenos de barro», comenta Vargas.

Sin proponérselo y sin ser amigo íntimo del homenajeado, el periodista rosarino se convirtió con este trabajo en su biógrafo oficial, con el apoyo de la familia del humorista y acceso a su archivo personal.

El libro muestra fotos -casi todas inéditas-, dibujos publicitarios y bocetos corregidos de puño y letra por el propio dibujante, «lo que desmiente esa idea de que él no corregía, que entregaba los originales y el editor se hacía cargo», afirma Vargas.

En esta biografía, todos hablan; el autor, la familia, los amigos, los maestros de escuela, los jefes, los colegas y hasta el propio Fontanarrosa.

Toman la palabra, entre otros, el cantautor catalán Joan Manuel Serrat, el dibujante Crist, el editor Daniel Divinsky, el integrante de «Les Luthiers» Daniel Rabinovich, el escritor Daniel Samper y el exfutbolista Jorge Valdano.

En el libro también aparece el Fontanarrosa orador, el mismo que incomodó hasta la carcajada a los asistentes del III Congreso Internacional de la Lengua Española en 2004, cuando defendió el uso de las «malas palabras» y reveló, por ejemplo, que el «secreto» del término «mierda» radica en la pronunciación de su «erre».

«Siempre improvisaba sus discursos sobre un par de palabras que anotaba en un papelito», explica Vargas, que dedica también un capítulo, «Los seres queridos», a la historia de amor entre el dibujante y una joven desaparecida durante la última dictadura militar.

«Esto no lo sabían ni sus amigos más íntimos», concluye el periodista que retrató con palabras al popular dibujante, en cuya memoria se celebra, cada 26 de noviembre, fecha de su cumpleaños, el Día Nacional del Humorista en Argentina.

Yesica Brumec
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