Llegados de cada rincón del país, los maestros de la parrilla argentina apostaron hoy los hierros, la carne y las brasas a los pies del famoso Obelisco de Buenos Aires, dispuestos a coronarse como los reyes del asado.
Se trata de todo un ritual cultural que supera el concepto de “plato más típico” de Argentina.
Arropados por miles de personas que se congregaron en la inmensa Avenida 9 de Julio como si tratara de una gran familia argentina de las que se reúnen junto a la parrilla cada domingo, 24 parejas de asadores -representantes de las 23 provincias y de la ciudad de Buenos Aires- disputaron el primer del Campeonato Federal del Asado entre chorizos, tira de asado y “chinchulines” (pieza de intestino).
Colocados en puestos bajo el Obelisco, cada equipo contaba con un espacio por el que iban desfilando los miembros del jurado, en su mayoría críticos gastronómicos y representantes de los mejores restaurantes de la capital, bajo la atenta mirada del público que jaleaba los nombres de sus lugares preferidos.
Para los que no solo querían ver sino también comer, el Gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires, organizador del evento, había dispuesto doscientos metros de pequeñas parrillas hacia el sur de la avenida en las que porteños y turistas hacían cola para conseguir sus choripanes (pan y chorizo), sandwiches de lomo y provoletas (queso).
Como el título de ganador solo se lo podía quedar un equipo, la corona del asado se fue para Mendoza, la región del oeste Argentina que más fama tiene gracias a sus vinos, representada por Carlos Gallardo y su ayudante Francisco Araya.
Pero más que el triunfo, lo que contaba hoy era reivindicar esta tradición y recordar al mundo que, como dicen los argentinos, no hay mejor carne que la de su país ni parrillas como las argentinas.
“En el asado hay unión. Sin el asado no se entiende Argentina. Hay una unión de amistad, familiar, compañeros…”, explicó a Efe José Salinas, llegado desde la ciudad de Mar del Plata para asar en representación de la provincia de Buenos Aires.
Aunque algunos se habían traído armas secretas, como los cocineros de Misiones que hicieron transportar leña especialmente desde su región, en el norte del país, la mayoría de los parrilleros coincidían en que no hay mayor secreto para hacer el asado que un buen fuego y la paciencia de hacerlo bien lento.
“Nosotros lo hacemos muy lento, tranquilo, y después, cuando ya está hecho, echamos un poquito más de brasa y lo terminamos. Ese es el secreto que tiene el asado”, contó Ángel, compañero de Salinas.
Entre el humo y los disparos de las cámaras, el ambiente, más que de competición, era de fiesta. No en vano, desde el final de las instalaciones llegaban los ecos de los conciertos que amenizaban la jornada, a cargo de artistas como la popular Valeria Lynch.
“Cualquiera que gane está bien. Nosotros orgullosos de haber participado en esto que es algo grande. Estar cociendo la carne aquí en el Obelisco, es un privilegio”, explicó a Efe César Encina, justo antes de dar a probar un pedazo de la pieza conocida como “vacío” al alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, en representación de la provincia de Corrientes (noreste).
El jurado no solo buscaba el sabor y la textura, sino también otros detalles de buen cocinero, como la presentación.
“Yo particularmente busco que sea una conjugación: presentación, sabor, porque obviamente lo da la carne en la boca, y la organización de cada uno de ellos, cómo se presentaron en ese momento”, detalló a Efe Gustavo Forestello, gerente del famoso restaurante Siga La Vaca y hoy juez del Campeonato.
“Creo que cuando uno dice asado uno dice muchas cosas. Primero y principal: reunión, ya sea con amigos, con familiares… También el folclore en el sentido de todos los preparativos para hacerlo: tomar algo mientras, compartir mate… Y hoy, por sobre todas las cosas creo que es la mejor comida que nosotros podemos presentarle al mundo”, agregó.
Con la inauguración de esta nueva tradición del Campeonato Federal del Asado, que remite a los rituales más arraigados de Argentina, Buenos Aires alza también la voz como una de las grandes capitales gastronómicas de Latinoamérica.