Se cumplirá otro aniversario de la muerte a los 82 años, el 31 de marzo, de cáncer de pulmón complicado con neumonía, del ex presidente de la nación, Raúl Ricardo Alfonsín, en su casa del barrio porteño de la Recoleta.
Alfonsín había nacido en Chascomús, provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia de clase media de origen gallego.
Al final de su mandato, que debió terminar seis meses antes de su plazo legal en medio de una grave crisis económica, signada por la hiperinflación, algunas versiones indicaban que se radicaría en Galicia, que había visitado durante su mandato, pero no fue así.
Alfonsín viajó a los Estados Unidos para someterse a una operación quirúrgica del cáncer que lo afectaba, que finalmente no pudo superar debido a una metástasis ósea.
Poco antes de morir, asistió ya muy enfermo al descubrimiento de un monumento suyo en un acto al que asistió la entonces presidenta, Cristina Fernández.
En esa ocasión dijo que nunca hubiera permitido ese monumento, pero al final lo aceptó convencido de que no era él el homenajeado sino la democracia.
El ex presidente “colorado” del Uruguay, Julio María Sanguinetti, dijo al conocer la noticia de la muerte de Alfonsín que justamente la democracia en él no era discurso, y que el ex presidente en esa suma de memorias que es la historia se perfila como el símbolo de la recuperación de la democracia en Sudamérica por su fuerza, su oratoria, su energía y su convicción, tras la década del 70 signada por golpes de estado.