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5 paraísos de la Patagonia para descubrir

5 paraísos de la Patagonia para descubrir

La Patagonia en primavera se transforma y ofrece agua pura, transparente, sanadora para que disfrutes. De las montañas a la costa, Río Negro y Neuquén son una maravilla que ofrecen todo su encanto para disfrutar de una escapada. Aquí te proponemos cinco lugares increíbles que tienen todo para que pases días inolvidables.

1. Punta Perdices, a 65 km de Las Grutas

Un mar azul que se distingue desde lejos, y se recorta nítido contra la blancura de una costa que remite a cualquier postal caribeña. Pero con otro encanto, porque esos colores se combinan en un paisaje que tiene texturas, perfumes y sonidos que le ponen su sello patagónico. Es que acá la arena está tapizada de conchillas blanqueadas por el sol, que crujen al caminar sobre ellas.

Todo cambia cuando el agua está plena y vuelve a variar cuando se aleja, y la costa se torna infinita. Y hay más, mucho más… está esa sensación de inmensidad que sólo muestran las playas patagónicas, y una brisa que todo lo recorre. Como un duende libre corriendo por la playa y esparciendo el perfume de la arena caliente, la savia dulzona de la vegetación y el salitre del mar.

Para conocer Punta Perdices (el famoso ‘Caribe Patagónico’) vale la pena dedicarle, al menos, 24 horas intensas. Porque el lugar está enclavado en el Puerto San Antonio Este, que está a 65 km por ruta 3 de Las Grutas. Y después de gozar de cada tramo y momento del paisaje, no habrá nada mejor que recorrer otras playas, proyectar alguna actividad y deleitarse con algo rico para cerrar el día.

Para llegar hay que tomar la ruta mencionada, que, como todo aquí, también guarda sorpresas. Es que la chatura de la vegetación y los ocres cansados del camino se despejarán de golpe al tomar el último recodo que conduce a la villa pesquera. Es Patagonia, no Caribe, aunque de lejos lo parezca…Y esa conjunción mágica será difícil de olvidar.

2. Cascadas Dora y Santa Ana

Para los que buscan un paseo para deslumbrarse a cada paso, contemplar una belleza de una singularidad única y sorprenderse por la magnitud de los saltos de agua, deben ir a las cascadas de la frontera entre Argentina y Chile, por el paso internacional Cardenal Samoré. En la zona “inter aduanas”, en un sendero escondido, asoman las cascadas Dora y Santa Ana, que demandan un trekking calificado como “dificultad media”, inserto en el parque nacional Nahuel Huapi.

Lo primero que hay que saber es que para llegar a este sendero se deben hacer los trámites aduaneros en el paso Samoré, como si se viajara a Chile, pero dejando constancia que el destino es a mitad de camino para conocer las cascadas.

Es recomendable ir primero a la cascada Dora, de la que se nutre el río Pireco. El sendero para llegar a las cascadas se inicia a mano derecha de la ruta que conduce desde la Aduana hacia el límite entre Chile y Argentina, pero siempre se permanece en territorio nacional.

Un cartel de Parques Nacionales tiene las indicaciones básicas antes de adentrarse a la aventura. Allí se indica que se trata de un trekking de dificultad media entre diciembre y mayo, con un desnivel de 275 metros y una distancia de 4 kilómetros. A pesar de ser corto el camino, se estima entre ida y vuelta de 3 a 5 horas, dependiendo el ritmo de caminata y el tiempo de permanencia en las cascadas.

El camino comienza con un bosque y una senda prolija y bien marcada, accesible. A pocos metros hay una bifurcación y un cartel que indica hacia la derecha el camino a Santa Ana y continuando se llega a Dora. Es aconsejable primero ir hacia Dora, que está a no son más de 40 minutos. Para llegar a Santa Ana
el segundo tramo del trekking tiene mayor exigencia.

3. Villa Llanquín

A 40 km de Bariloche por la ruta nacional 237, una balsa cruza a los turistas que atraviesan el Limay desde la margen de Neuquén a la de Río Negro en el kilómetro 1610. Y cada vez son más los que lo hacen, atraídos por ese rumor que corre de boca en boca: entre el río y el bosque, con las montañas en el horizonte, hay un paraíso que brilla en la estepa llamado Villa Llanquín.

Muchos descubren la feria del pueblo y sus productos caseros, las artesanías, los senderos para caminar o andar en bici, los recovecos del Limay para pescar la trucha soñada, el campo de lavandas que ofrece visitas guiadas, los sitios para escalar como Las Piedras Coloradas, los cinco campings, las cabañas, la hostería con restaurante.

Los que se quedan a dormir vibran también con las estrellas que brillan en el cielo puro de la Patagonia en este destino que crece en cantidad de visitantes sin circuitos de turismo armados, tanto que hay que avisar a los visitantes que solo andan por los caminos, que no se manden por las tranqueras.

En el kilómetro 1610 de la ruta nacional 237, los conductores se detienen a pocos metros de la margen oeste del río Limay, a la espera de que la Balsa Maroma cruce los vehículos del otro lado. Los acompañantes no ocultan la fascinación al cruzar el puente peatonal.

4. Domuyo: aguas termales en estado puro

En la provincia de Neuquén están las termas de Domuyo localizadas en el norte neuquino, a 564 km. de la capital y a 2200 m.s.n.m. Se llega hasta allí después de recorrer un serpenteante camino de 35 km. desde la localidad de Varvarco por la Ruta Provincial Nº 43.

Las termas del Domuyo se encuentran dentro del A.N.P.P Sistema Domuyo, y conforman un conjunto de manifestaciones geotermales que se mantienen en su estado natural y dispersas entre el paisaje del parque. Variedad de géiseres, olletas y fumarolas donde brotan aguas termales con elevada presión, temperatura y vapor, a las que se confieren propiedades curativas.

En estas aguas termales se desarrollan algas aptas para el tratamiento de artritis y afecciones dermatológicas. Se considera el único lugar en el mundo que posee este tipo de algas y el único sitio del país donde hay géiseres.

El arroyo Aguas Calientes, es una de las manifestaciones más importantes, con temperaturas superiores a los 42º C es utilizada para el tratamiento de enfermedades de la piel y de la artritis. Cerca de allí se encuentran las cabañas del I.S.S.N.; único servicio en los alrededores del parque.

Estas fuentes termales están rodeadas de grandes cordones montañosos y custodiadas por el cerro Domuyo; el más alto de la Patagonia con sus 4702 m.s.n.m. junto a un cielo de azul intenso que testifica la altura del lugar. La inmensidad y el silencio del paisaje acompañan perfectamente un baño en estas aguas. La naturaleza lo es todo aquí; un sitio singularmente atractivo por el entorno donde se enmarca y por las particularidades de las termas de Domuyo.

5. Caviahue

Está a 360 km de Neuquén Capital, todo por asfalto y ya el último tramo del camino anuncia que algo distinto te espera cuando vas por la ruta 26 y atravesás el Cajón de Hualcupen. Tras esos 17 km, ya cerca de la aldea de montaña, hay una recta que conduce a un lago azul profundo, a la izquierda ves la primera línea de cabañas y hosterías de frente al agua que espeja las cumbres nevadas cuando no sopla el viento.

Y detrás, una mole blanca que tiene una laguna en el cráter y una fumarola que se recorta sobre el cielo celeste y puro de la Patagonia cuando está despejado y que recuerda que la vida allí transcurre al pie de un volcán activo, el Copahue.

Primera parada: llegaste al pueblo neuquino más lindo, podés estacionar de cara al lago y disfrutar de esa panorámica. Una de esas maravillas cercanas es la villa termal de Copahue. Son 18 km por la ruta 26 que queda inhabilitada en el invierno por el manto blanco que la seplta.

En línea recta son unos 8 km y hay diversas propuestas de los prestadores para llegar hasta ahí en vehículos oruga, esquíes de travesía y motos de nieve. Pero entre los mil habitantes de Caviahue y los turistas, también hay quienes tienen cómo llegar, por eso la zona donde estacionan parece una concesionaria de medios de transporte invernales. Ahora, a días de la primavera, hay buena cantidad de nieve todavía.

El lugar es el eje de las excursiones. Por ejemplo, la que ofrecen en 4×4 adaptadas con orugas que parte desde Caviahue. En el ascenso se puede observar el antiguo complejo de Clínica Militar, las lagunas Las Mellizas congeladas y cubiertas por el manto blanco. En los últimos dos 2 km se alcanza la parte más alta del recorrido (2100 msnm) para divisar el volcán Domuyo.

Una vez en la villa termal, se puede recorrer la zona con raquetas de nieve, jugar con los trineos y disfrutar del aire puro y los paisajes increíbles de la cordillera.

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